Crónica de una imposición anunciada

Como muchos, ayer tomé el bus a eso de las 7:25 de la mañana rumbo a la universidad. No tenía parcial, tampoco quiz, iba muy relajado. Había quedado de encontrarme con unos amigos para ir a un recital de poesía en el Bucarica después de las clases y eso me tenía más animado. No sé en que momento el bus empezó a tomar otra ruta y desorientado miraba calles y calles, avanzaba y se devolvía, daba vueltas y vueltas... no sé que sucedió.

La gente empezó preguntarse para dónde iba ese bus, se empezaron a calentar los ánimos, el conductor respondía que ni él mismo sabía que calles tomar pues ni la 27 ni la 15 estaban autorizadas y que otras carreras ya estaba copadas como las 33 y la 17. Fue bastante desagradable ese 'paseo' en bus... generalmente tardo 25 minutos entre mi apartamento y a universidad, ayer duré 50 minutos sofocado en un bus desorientado.

Pero lo más traumático aún no lo había vivido. Cuando el bus tomó la calle 14 varios de sus ocupantes se bajaron en la esquina de la carrera 27, y un muchacho le preguntó: qué es lo más cerca de la UIS que nos deja? su respuesta más que cruel fue desalentadora: acá: 27 con 14. Y eche pata, ese fue un murmullo de uno de los 15 ocupantes que descendimos el bus casi que corriendo, pues era ya muy tarde para las clases. Poco a poco nos fuimos separando según el ritmo al caminar hasta que de repente un joven de no más de 20 años que vestía de jean y camisa manga larga de rayas celestes abrazó a la muchacha que iba 10 pasos adelante de mí. Era más o menos la calle 12 con 27, un lugar ahora muy solo por donde transitan a toda prisa estudiantes que son dejados en la calle 14, eran casi las 9 de la mañana, a plena luz del día y a Cindy, la muchacha que fue abrazada por aquel joven le robaron el celular.

Ella empezó a gritar y a decir que la habían robado, cuando yo me percaté el joven ladrón estaba corriendo velozmente por la calle 11 (donde antes tomaba el bus) y se había perdido por una de las carreras pequeñas del sector. Todo fue tan rápido, un compañero que iba detrás mío también quiso ayudar a Cindy pero fue demasiado tarde, solo la pudimos consolar como consuela un desconocido a otra desconocida y pedirle que se calmara. Según dijo Cindy, la amenazó con una navaja y le exigió que le diera el celular y que actuara como si lo conociera. Ni un solo policía por ahí, ni un solo 'colaborasapo' del sistema masivo (metroñingas) nadie. Solo dos estudiantes más asustados que la víctima, una rabia y una indignación infinitas.

Esta crónica no es solo una denuncia de una situación latente por el cambio de las rutas del trasporte urbano sino una voz de los sin voz, de aquellos que han sufrido más que otros por culpa de los intereses de los más ricos, en este caso de esos millonarios dueños de metrolínea, curiosamente según dice el alcalde un sistema de transporte público manejado por operadores privados, que contrariedad.

Hoy, cuando me decidí a escribir estas líneas, escuchaba en la radio hablar al subgerente de Metrolínea quien decía que "Ay, eso que caminen 3 cuadritas a los estudiantes no les hace daño, ellos son jóvenes y fuertes". Aclaración, no son 3 sino 5 (casi 6) cuadras porque nos dejan en la 14 y toca caminar hasta la 9. De noche la situación se hace aún más peligrosa y en algunos casos toca ir hasta la 22 o hasta el estadio para tomar los buses que ya no pasan por la 10 o la 11. Apuesto a que si fueran sus hijos, no los haría caminar 'unas cuadritas'. Ya que no somos solo los estudiantes de la UIS sino también los niños del Santander y del Tecnológico: N I Ñ O S.

No es el solo hecho de llegar tarde a clase o madrugar más, es la incertidumbre tanto de las rutas como de la protección. Pues, por culpa del juego de fichas que están haciendo los de arriba, los de abajo, los de apie, mejor dicho, los del bus o sea NOSOTROS, nos hemos convertido en una población más vulnerable. Cuantos atracos, cuantos apuñalados, cuantos accidentes más tendrán que pasar para que este peregrinaje acabe? Tal vez muchos más pues aún seguimos dormidos y casi estoy seguro de que botaremos este domingo, por esos políticos mafiosos y corruptos que un día decidieron hacer un SITM (Sistema integrado de Transporte masivo) sin necesitarlo, en vez de salvar el hospital Ramón González Valencia de la privatización o en vez de darle una vivienda digna a tantas invasiones en el norte o más aún en calmar el hambre de tantos niños desnutridos de la ciudad. ¡Cuántas necesidades hay! y aquí solo pensamos en comprar buses verdes con más puerticas para inflar los millones y que ellos se los roben.